Rafael Gil Álvarez (Madrid, 22 de mayo de 1913 – 10 de julio de 1986) fue uno de los directores más prestigiosos y populares del cine español, además de guionista, productor y crítico cinematográfico. Cuando tenía 14 años, decidió un día no acudir a una representación de Don Juan Tenorio y se compró una entrada de cine, espectáculo mudo en alza por aquel entonces. Quedó tan impactado que desde ese momento se convirtió en un espectador asiduo, y a los 15 ya publicaba una pequeña revista artesanal sobre el Séptimo Arte. A los 18 ficha por el diario ABC para publicar críticas, y empieza a colaborar en revistas especializadas como Popular Films y Films Selectos. Ejerció durante muchos años como crítico, documentando el tránsito al sonoro y evaluando a grandes realizadores como Charles ChaplinBuster KeatonF. W. MurnauJohn Ford y Howard Hawks, que consideraba sus favoritos. Desarrolló una intensa actividad como autor de artículos entre 1931 y 1937, y posteriormente continuó de forma puntual.

Cuando estalló la Guerra Civil, Rafael Gil inició su carrera como director rodando varios documentales de propaganda bélica, como Soldados campesinos y Salvad la cosecha. Cuando acaba la contienda, rueda sobre diversos acontecimientos, como La copa del Generalísimo en Barcelona, y documentales turísticos, como Tierra canaria o Islas de TenerifeComenzó su actividad en el campo de la ficción en 1942 con la productora valenciana CIFESA, cuando le ofrecieron trasladar a imágenes un guión de Luis Lucia que adaptaba la novela de Wenceslao Fernández Flórez El hombre que se quiso matar. Protagonizada por Antonio CasalRosita Yarza y Manuel Arbó, sigue los pasos de un hombre que trata de suicidarse varias veces sin conseguirlo. Clásico del cine español, él mismo dirigió en 1970 un remake protagonizado por Tony Leblanc. Continuó rodando varios títulos en CIFESA, como Eloísa está debajo de un almendro, adaptación de la obra de Enrique Jardiel Poncela, que supuso su primer gran éxito de taquilla. A lo largo de cuatro décadas, rodó 68 películas, algunas tan conocidas como El clavoEl fantasma y doña JuanitaDe Madrid al cielo o La casa de la Troya. Abordó el cine religioso en títulos como La guerra de Dios —Premio a la mejor película y al mejor director en la primera edición del Festival de San Sebastián— o La señora de Fátima; el cine taurino, en El Litri y su sombraChantaje a un torero y Currito de la Cruz; y sobre todo, se prodigó en adaptaciones literarias, como La duda, de Benito Pérez Galdós; Nada menos que todo un hombre, de Miguel de Unamuno; La guerrilla, de Azorín, y la adaptación más conocida de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. También se atrevió con el teatro clásico español en El mejor alcalde, el rey, de Lope de Vega. Obtuvo la Medalla del CEC al Mejor Director por Alba de sangre, en 1949.

Al final de su carrera colaboraba habitualmente con el escritor Fernando Vizcaíno Casas, en títulos como La boda del señor cura, la adaptación de su célebre novela Y al tercer año resucitóLas autonosuyas, crítica al estado de las autonomías, y Las alegres chicas de Colsada, en torno al mundo de la revista.

Apasionado del fútbol —incansable seguidor del Real Madrid—, Rafael Gil se casó con Vicenta Álvarez Ortega, madre de sus seis hijos. El historiador José Luis Castro dijo de él que creó “un estilo ecléctico” que lo convirtió en uno de los más destacados cultivadores del melodrama y de la comedia romántica española. Según Carlos Fernández Cuenca, “de no existir el cine cuando el abrió los ojos a los gustos y a la razón, lo habría inventado; porque el cine, para Rafael Gil, llegó a ser una auténtica necesidad física”. Falleció en Madrid el 10 de julio de 1986, a los 73 años.


Juan Luis Sánchez
Secretario General del CEC