Realizado en colaboración con la Filmoteca Española, el acto constó de dos partes:— A las 19.30 tuvo lugar la entrega de la Medalla CEC de Honor a los familiares de José Antonio Nieves Conde. En concreto subieron al estrado seis de sus siete hijos, por lo que el acto de entrega fue muy emocionante.Juan Luis Sánchez, vocal de la Junta Directiva del CEC, presentó el acto; Jerónimo José Martín, presidente del CEC, hizo una reseña personal y cariñosa; y José Manuel Escribano, secretario general del CEC, se encargó de presentar la biografía y filmografía del homenajeado. Por su parte Carlos Blanco, guionista de Los peces rojos, realizó también una intervención preciosa, llena de cariño y pena por su amigo.— A las 20.00 h. se proyectó la película Los peces rojos (José Antonio Nieves Conde, 1955). Intérpretes: Arturo de CórdovaEmma Pennella y Félix Dafauce. España. 95 min.Como sabéis, a principios de 2006 decidimos otorgar la Medalla CEC de Honor a José Antonio Nieves Conde. Pero su precaria salud nos obligó a retrasar el acto. Finalmente, Nieves Conde falleció el pasado 14 de septiembre. Decidimos mantener este homenaje, con la proyección de la película que él mismo nos indicó, como acto relevante de la retrospectiva de su filmografía que ha organizado la Filmoteca Española. Es un justo recuerdo al director de películas tan relevantes del cine español como Senda ignorada, Angustia —Medallas CEC 1948 a mejor fotografía (José F. Aguayo) y decorador (Antonio Labrada)—, Llegada de nocheBalarrasa, Surcos —Medallas CEC 1951 a mejor película, director, actor de reparto (Félix Dafauce) y actriz de reparto (Marisa de Leza)—, Los peces rojos, Todos somos necesarios,El inquilino, Don Lucio y el hermano Pío, Prohibido enamorarse, El diablo también llora —Medalla CEC 1963 a mejor director—, El sonido de la muerte, Cotolay, Historia de una traición, Las señoritas de mala compañía, La revolución matrimonial, Casa manchada, Volvoreta o Más allá del deseo. En 1996, Nieves Conde recibió la Medalla de Oro de la Academia Española de Cine.Nació en Segovia en 1915. Fue crítico de cine en la revista Primer Plano y en el diario Pueblo. En los años 40 fue, primero, ayudante de realización -con Rafael Gil-, y después director; debutó en 1946 con Senda ignorada, a la que siguieron Angustia (1947) y Llegada de noche (1949). Su cine parecía inclinarse por el policiaco, pero su siguiente película, Balarrasa (1950), con guión de Vicente Escrivá, se apartó de esa línea -que nunca, de todas maneras, ha olvidado del todo- y tuvo un considerable éxito popular. Eso le permitió, seguramente, rodar la que es considerada su mejor obra: Surcos (1951), un intento de cine social -los problemas de una familia de origen campesino para integrarse en la vida de la capital- que no tuvo demasiada continuidad pero que todavía hoy es un título de referencia en la historia de nuestro cine. La década de los 50 reúne trabajos muy interesantes de Nieves Conde, como Los peces rojos (1955) -otro muy estimable policiaco-, Todos somos necesarios (1956) o El inquilino (1957), aunque ésta fue prohibida y mutilada por la censura y no pudo exhibirse con normalidad.A partir de 1960, su cine se caracteriza por un mayor eclecticismo, no desdeñando ningún género. Los guiones que llevó a la pantalla no han tenido, seguramente, la calidad de esos primeros, pero Nieves Conde ha dejado igualmente en ellos la impronta de su honradez y dedicación, mucho más allá de la mecánica artesanal que requerían. Hasta finales de los 70, en que termina su carrera, rodó una docena de películas; entre ellas Prohibido enamorarse -sobre la obra de Edgar Neville-, El diablo también llra,El sonido de la muerte -una curiosa incursión en el cine «de monstruos prehistóricos»-, CotolayHistoria de una traiciónLas señoritas de mala compañía -con guión de Juan José Alonso Millán-, La revolución matrimonial -escrita por Rafael Azcona-, Casa manchada, y, en 1976, Volvoreta -adaptación de la novela de Wenceslao Fernández Flórez, con guión del propio novelista y del director, seguramente la mejor de esta época-, y Más allá del deseo, que cierran su filmografía.

SEMBLANZA DEL DESAPARECIDO DIRECTOR

Nació en Segovia en 1915. Fue crítico de cine en la revista Primer Plano y en el diario Pueblo. En los años 40 fue, primero, ayudante de realización -con Rafael Gil-, y después director; debutó en 1946 con Senda ignorada, a la que siguieron Angustia (1947) y Llegada de noche (1949). Su cine parecía inclinarse por el policiaco, pero su siguiente película, Balarrasa (1950), con guión de Vicente Escrivá, se apartó de esa línea -que nunca, de todas maneras, ha olvidado del todo- y tuvo un considerable éxito popular. Eso le permitió, seguramente, rodar la que es considerada su mejor obra: Surcos (1951), un intento de cine social -los problemas de una familia de origen campesino para integrarse en la vida de la capital- que no tuvo demasiada continuidad pero que todavía hoy es un título de referencia en la historia de nuestro cine. La década de los 50 reúne trabajos muy interesantes de Nieves Conde, como Los peces rojos (1955) -otro muy estimable policiaco-, Todos somos necesarios (1956) o El inquilino (1957), aunque ésta fue prohibida y mutilada por la censura y no pudo exhibirse con normalidad.

A partir de 1960, su cine se caracteriza por un mayor eclecticismo, no desdeñando ningún género. Los guiones que llevó a la pantalla no han tenido, seguramente, la calidad de esos primeros, pero Nieves Conde ha dejado igualmente en ellos la impronta de su honradez y dedicación, mucho más allá de la mecánica artesanal que requerían. Hasta finales de los 70, en que termina su carrera, rodó una docena de películas; entre ellas Prohibido enamorarse -sobre la obra de Edgar Neville-, El diablo también llora,El sonido de la muerte -una curiosa incursión en el cine «de monstruos prehistóricos»-, CotolayHistoria de una traiciónLas señoritas de mala compañía -con guión de Juan José Alonso Millán-, La revolución matrimonial -escrita por Rafael Azcona-, Casa manchada, y, en 1976, Volvoreta -adaptación de la novela de Wenceslao Fernández Flórez, con guión del propio novelista y del director, seguramente la mejor de esta época-, y Más allá del deseo, que cierran su filmografía.